viernes, 4 de marzo de 2011

UNA CITA CON DIOS

Una cita con Dios

La verdad es que me voy convenciendo que son pocas las veces que acierto a la primera.
Este caminante por la vida, que soy yo, tenía una cita con Dios.

Así como suena. Me arreglé, bajé las escaleras corriendo y me lancé por la acera apresuradamente.

Apenas había caminado unos doscientos pasos sorteando a la gente vi a un hombre caído en el suelo que pedía ayuda...

Pensé: "yo le ayudaría, pero si me detengo no llego a tiempo a la cita con Dios. ¡Y mira que hacer esperar a Dios...¡ Y seguí deprisa.

La gente me miraba: "¿Dónde irá este loco?". Y yo contestaba en mi interior, si supierais que tengo una cita con Dios...".

Cuando llegué al lugar donde Dios me había citado, estiré el cuello de la camisa, atusé el cabello, y ¡qué sorpresa¡, al lado del timbre que me disponía a pulsar, había un papelito con una nota que decía:

- "Es inútil que llames. Estoy ausente. He ido con urgencia a auxiliar a un hombre tirado en la acera a quien nadie hace caso".

Se me cayó el alma a los pies. Es que no doy una.

A estas alturas y no me había dado cuenta que la cita más urgente que tenemos con Dios es aquella donde el amor nos reclama.

Él está allí.

PENSAMIENTO DE SANTA MARGARITA MARÍA DE ALACOQUE

Escondedme, dulce Salvador mío, en el sagrario de vuestro costado y en vuestro adorable Corazón, fragua encendida del puro amor y así estaré seguro. 

 Santa Margarita Maria de Alacoque

Primer Viernes del Mes de Marzo - Sagrado Corazòn de Jesùs

PRIMER VIERNES DEL MES DE MARZO

Breve consideración.- Jesús a su confidente Margarita María de Alacoque:

"Tengo una sed abrasadora de ser honrado en el Santísimo Sacramento del Altar ¡ay!, y casi no encuentro quien, cediendo a mis deseos, mitigue esa sed con una correspondencia generosa a mi Corazón. Sírveme tú de asilo..., recíbeme en la Sagrada Comunión y, entronizando en tu alma, adórame, ofreciéndote al Padre, para obtener piedad por los pobres pecadores. No olvides que una alma santa, y que me pertenezca de veras, puede obtener el perdón de mil y más criminales."

Promesa que se cumple:

"Los consolaré en todas sus aflicciones"

Una palabra de Margarita María a sus hermanos asociados: "Si quieres dar un gusto inmenso al Corazón de Jesús, ofrécele, sacrifícale por entero los vuestros un primer viernes, después de comulgar, y prométle en ese instante solemne dos cosas: pertenecerle de veras, amándole sobre todas las cosas, y extender la gloria y el amor de su Sagrado Corazón"

Un Padrenuestro y Avemaría por los agonizantes y pecadores.

NO DEJARSE ENVENENAR POR EL RENCOR


Autor: SS Benedicto XVI | Fuente: Catholic.net
No dejarse envenenar por el rencor
Pronto empezará la Cuaresma y sería bueno irnos "lavando" de palabras vacías, prejuicios, falsedades y de toda suciedad de la que estémos cubiertos.



No dejarse envenenar por el rencor

El Papa Benedicto XVI nos llama a la purificación, para no dejar que el alma quede envenenada por el rencor. A la necesidad de la purificación interior, como condición para vivir la comunión con Dios y con los hermanos:

A esto exhorta el Jueves Santo, a no dejar que el rencor hacia los demás se vuelva veneno del alma. Nos exhorta a purificar continuamente nuestra memoria, perdonándonos de corazón los unos a los otros, lavándonos los pies los unos a los otros, para poder dirigirnos todos juntos hacia el banquete de Dios».

Día tras día estamos como recubiertos de suciedad multiforme, de palabras vacías, de prejuicios, de sabiduría reducida y alterada; una multiplicidad de falsedades se filtra continuamente en nuestro ser más íntimo.

Todo esto ofusca y contamina nuestra alma, nos amenaza con la incapacidad ante la verdad o el bien. Si acogemos las palabras de Jesús con el corazón atento, éstas se revelan cómo verdadera limpieza, y purificación del alma.

Caridad y purificación son dos palabras que Jesucristo logró sintetizar con el gesto del lavatorio de los pies a sus discípulos.

Si acogemos las palabras de Jesús con el corazón atento, se convierten en auténticos lavatorios, purificaciones del alma, del hombre interior. A esto nos invita el Evangelio del lavatorio de los pies: a dejarnos siempre de nuevo lavar por esta agua pura, a ser capaces de la comunión con Dios y con los hermanos.

Pero del costado de Jesús, tras el golpe de la lanza del soldado, no sólo salió agua, sino también sangre. Jesús no sólo habló, no sólo nos dejó palabras. Se entrega a sí mismo. Nos lava con la potencia sagrada de su sangre, es decir, con su entrega "hasta el final", hasta la Cruz.

Su palabra es algo más que simplemente hablar; es carne y sangre "por la vida del mundo". En los santos sacramentos, el Señor se arrodilla nuevamente ante nuestros pies y nos purifica. Pidámosle que seamos cada vez más penetrados por el baño sagrado de su amor y de este modo quedemos verdaderamente purificados.

Tenemos necesidad del "lavatorio de los pies", el lavatorio de los pecados de cada día, y por este motivo necesitamos confesar los pecados».

Tenemos que reconocer que también en nuestra nueva identidad de bautizados pecamos. Tenemos necesidad de la confesión tal y como ha tomado forma en el sacramento de la reconciliación. En él, el Señor nos lava siempre de nuevo los pies sucios y nosotros podemos sentarnos a la mesa con Él.
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